No crean que este título es un error de mi parte, la pregunta está bien formulada.
Con las recientes tomas de conciencia acerca del impacto que tiene el hombre sobre el medio ambiente, solemos preguntarnos “¿qué planeta vamos a dejar a nuestros hijos?” Esta pregunta es muy valiosa y nos lleva a reflexionar sobre nuestra manera de interactuar con el medio ambiente. Pero el filósofo Pierre RAHBI replanteó la pregunta de esta manera “¿Qué niños dejaremos a nuestro planeta?”. Y esta pregunta me parece igual de interesante que la primera porque nos lleva a reflexionar sobre nuestra manera de educar a los futuros habitantes de este planeta.
Trabajo en el área de la educación superior y les puedo asegurar que todas las instituciones de educación superior (universidades, escuelas, fundaciones universitarias,…) siempre les garantizarán que su misión es “proveer una formación integral a ciudadanos globales y de alta calidad que podrán servir la comunidad humana, promoviendo los valores humanos, impactar la sociedad, etc.
Esta misión casi evangélica se refleja en los estudiantes. Llevo tres años trabajando con estudiantes colombianos y casi a diario recibo cartas de motivaciones de personas que quieren ir a estudiar en el exterior. La verdad es que no deja de sorprenderme la cantidad de héroes que tenemos en Colombia. Al leer estas cartas, descubro personas con talentos inconmensurables, que no piensan si no en retribuir sus conocimientos a la sociedad, aptas para el trabajo en equipo, con
capacidades comunicativas fuera de lo común, que también tienen la capacidad de resolver problemas y mejorar el funcionamiento de grandes empresas y que dicen tener mucha experiencia laboral. En realidad, cuando analizo más en profundidad estas cartas de motivación, uno se puede dar cuenta que la experiencia laboral de estas personas se resume a 6 meses de práctica en una organización y vender chocolates en su universidad.
Sobre las grandes capacidades de comunicación, la mayoría de los estudiantes no hacen ninguna diferencia entre “haya”, “allá” o “halla”. Y cuando a mí me dicen que uno en seis meses de práctica, es capaz de resolver problemas de una gran empresa nacional, me quedo aterrado (no puedo creer que una persona de veinte años sin ninguna experiencia laboral llegue a una empresa de 400 personas y solucione problemas que ni los directivos de dicha empresa habían sido capaces resolver).
Con mi poquita experiencia en el mundo educativo, me doy cuenta que si hay noción que se nos olvida por completo enseñar es la humildad. Estoy totalmente a favor de enseñar a los jóvenes que tienen la capacidad de cambiar el mundo. De hecho estoy convencido que vivimos en un mundo en el cual una persona puede cambiar cosas.
Sin embargo no entiendo porque todos nuestros jóvenes se creen mejor que los demás. No se trata de poner límites, sino de ser realista. Uno a los veinte años no puede tomarse por el nuevo Einstein o Steve Jobs. Los éxitos no se logran con palabritas, se logran con el trabajo arduo y largo.
Estoy convencido que lo primero que enseñaré a mi hijo será la humildad. Un valor que nos hace mucha falta en una época en la cual desgraciadamente premiamos más el egocentrismo y el jactarse que la humildad y la paciencia.

Source: New feed

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
WhatsApp chat