Hoy quiero abrirles un poco mi corazón y hablar de un tema del que las blogueras no solemos hablar mucho porque tendemos a idealizar la maternidad y "vender" una imagen de que todo es bonito, perfecto y que somos la mujer maravilla encarnada y si bien yo siento que me esmero en ser una buena madre también reconozco que cometo muchos errores y tengo el deber de confesar que yo también me equivoco y que en mi casa no todo es color de rosa.
Hay días en los que estoy aburrida y bajita de ánimo, muchas veces grito, no quiero nada, me da mal genio, a veces no quiero ver a mi hijo ni a mi esposo, solo quisiera estar sola, tirar la toalla y salir corriendo de mi casa!
Estos últimos meses han sido duros para mí, he sentido que la maternidad se me ha vuelto algo más denso, siento que necesito recuperar mis propios espacios y que incluso la lactancia ya no me produce el mismo bienestar que antes.
Uno siempre lee en los blogs de mamás que es lo mejor que les ha pasado en la vida, que estar 24 horas del día con sus hijos es la experiencia más trascendental y la realidad es que es demasiado duro renunciar a todo por dedicarte a ser madre, porque si bien uno ama a su hijo más que a nadie en el mundo, yo he llegado al punto de sentirme asfixiada e invadida en mi espacio vital.
Creo que hay que parar de idealizar la maternidad, de querer ser la mejor mamá en todo, de querer ser la mejor cocinera, la mamá más creativa, la más consciente, la más entregada, la más informada, la más respetuosa, la que más teta da, la más positiva, la que más sano alimenta a su hijo, etc, etc, etc.
Yo sé que como bloguera uno puede crear una imagen de la maternidad idílica porque de cierta manera uno quiere ser una referencia para muchas madres para acompañarlas y transmitirles todo lo que uno aprende y vive con su hijo, por eso uno siempre quiere resaltar las cosas positivas, pero me he dado cuenta de que muchas madres nos sentimos frustradas al comparar nuestra propia vida con la de "la mamá modelo" y sentimos una presión muy grande de querer hacerlo todo bien, de tener una vida familiar de ensueño cuando la realidad es que ser mamá es la tarea más difícil del mundo, ningún trabajo por duro que sea representa tanta responsabilidad como la de criar a los hijos y solo por eso debemos dejar de ponernos expectativas tan altas y debemos dejar de exigirnos más allá de nuestros límites físicos y emocionales.
Yo suelo escribir sobre lo que me gusta de mi maternidad pero no acostumbro hablar de lo que no me gusta y por eso hoy quiero hacer las paces con mi lado oscuro y quiero quitarme la culpa y quitarle la culpa a muchas madres.
Confieso que hay días en los que no quiero jugar con mi hijo, hay días en los que no tengo ganas de cocinar nada, en general no me gusta limpiar, odio lavar los platos, en general tengo poca paciencia y me enojo muy fácil, me encanta el mecato, no arreglo la cama, me encantaría dormir 18 horas seguidas y obviamente no puedo y cuando mi esposo se va de viaje y me quedo varios días sola me provoca tirarme por la ventana!!
Quisiera ser más paciente, quisiera poder estar más disponible emocionalmente para mi hijo, ser más juiciosa, quisiera ser más tranquila y más centrada, ayudar más en la casa, poder trabajar más, estar más pendiente de mi aspecto personal, estudiar algo que me guste, hacer una actividad física, tener una mejor relación con mi pareja… pero tengo que aceptar que no puedo ser perfecta, que tengo derecho a no estar siempre feliz, tengo derecho a sentirme cansada, tengo derecho a equivocarme, tengo derecho a decir que ser mamá es duro y no siempre es bonito.

Source: New feed

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
WhatsApp chat